El Síndrome de Asperger: la importancia de su diagnóstico

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Hoy se celebra el Día internacional del Síndrome de Asperger. Desde Montilla Bono, queremos dar visibilidad a este síndrome, actualmente englobado en los Trastornos del espectro del Autismo. 

En los últimos años, personas famosas internacionalmente como el multimillonario Elon Musk, la activista Greta Thunberg, el actor Anthony Hopkins, el director Steven Spielberg, el tenista Marcelo Ríos, etc.  han declarado tener este síndrome. Pero, ¿qué tienen en común personas de tan diferentes ámbitos? 

El síndrome de Asperger recoge las siguientes características según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales Diagnósticos Clínicos, DSM-IV:

  1. Dificultades cualitativas para la interacción social que se manifiestan como al menos dos de las siguientes:
  • Dificultades acusadas en el uso de múltiples comportamientos no verbales, tales como

contacto visual, expresión facial, posturas de cuerpo y gestos para regular la acción

social.

  • Incapacidad para establecer relaciones con iguales, adecuadas a su nivel de

desarrollo.

  • Ausencia de la búsqueda espontánea para compartir placer, intereses o logros, con

otras personas (por ejemplo: no mostrar, traer o señalar objetos de interés).

  • Ausencia de reciprocidad social o emocional.
  1. Patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos, repetitiva y estereotipados, que se manifiestan de al menos una de las siguientes maneras:
  • Preocupación absorbente, repetitiva y estereotipada, restringida a uno o más temas de interés, que es anormal en su intensidad o en su enfoque.
  • Adherencia aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos y no funcionales.
  • Manerismos motores estereotipados y repetitivos (por ej.: retorcimiento o aleteo de
  • dedos y/o manos o movimientos complejos con el cuerpo).
  • Preocupación persistente con partes de objetos.
  1. El trastorno causa una discapacidad clínicamente significativa en el Área social, ocupacional y en otras áreas importantes del desarrollo.
  2. No existe un retraso clínicamente significativo en el lenguaje (por Ej.: palabras sueltas a la edad de 2 años, frases comunicativas a los 3 años).
  3. No existe un retraso clínicamente significativo para su edad cronológica, en el desarrollo cognitivo de habilidades de auto-ayuda, comportamiento adaptativo (salvo en la interacción social) o de curiosidad por el entorno.
  4. No se cumplen los criterios de otro Trastorno Generalizado del Desarrollo, o de Esquizofrenia.

En la actualidad, este síndrome no se encuentra como tal en la nueva clasificación DSM-5, sino englobado en un continuo dentro de los Trastornos del Espectro del Autismo. No obstante, se sigue empleando el término en la práctica clínica.

En cuanto a la prevalencia, suele darse entre 3-5 personas por cada 1000 habitantes. La proporción encontrada por sexos suele ser de 4 varones por cada mujer diagnosticada.

El diagnóstico de este síndrome se realiza de forma más tardía que el de autismo. Mientras que éste último suele hacerse evidente en torno a los 18-24 meses, el diagnóstico de Asperger se suele realizar entre los 5 y los 8 años de edad.  Aun así, se estima que una gran parte de la población con estas características no está diagnosticada.  La buena fluidez presente en la mayoría de los menores, así como su nivel de inteligencia, la mayoría en la media poblacional o por encima de ésta, hacen que, para muchos convivientes o profesionales, éste síndrome pueda pasar desapercibido en un primer momento. Por ello, no es infrecuente su diagnóstico durante la adolescencia, o incluso, en la edad adulta. En estos casos, para algunos de estos pacientes, poner nombre a sus experiencias personales supone un alivio y una forma de empezar a trabajar en la directa correcta. 

Los menores acuden a los centros de Atención Temprana derivados en muchas ocasiones por una mala conducta o adaptación al colegio, por relacionarse con otros menores de forma inadecuada, por problemas del lenguaje, o por dificultades para mantener la atención en aquellos aspectos que se salen de su interés principal. La importancia de su diagnóstico es vital para poder esclarecer los aspectos claves de su intervención.

Dentro de este síndrome hay una gran variabilidad de perfiles. Algunas personas pueden tener asociado a este síndrome una inteligencia por debajo de la media, un trastorno por déficit de atención con o sin impulsividad, diferentes capacidades de empatía y comprensión de emociones así como para gestionar o entender las suyas propias, diferencias en el interés etc. 

Desde Montilla Bono, queremos reflejar esta variabilidad y la importancia de un diagnóstico para conseguir no solo una mejor adaptación a los distintos contextos (colegio, familia, amistad), sino una mejor calidad de vida.