El día 7 de abril se celebra el día mundial de la Salud con motivo de la creación de la Organización Mundial de la Salud en 1948. Los objetivos de esta organización eran los siguientes:
-Clasificar armonizar y codificar las enfermedades.
-Tomar medidas sanitarias, como hemos podido ver en la reciente pandemia de COVID-19.
-Asistir a países poco desarrollados en aspectos como asistencia infantil y materna, vacunación, suministro y distribución de agua potable o eliminación de residuos.
-Garantizar el acceso a medicamentos certificando su calidad y seguridad.
-Elaborar campañas de erradicación, concienciación, hábitos nocivos para la salud, etc.
-Combatir contra enfermedades mundiales a través de la investigación, la vigilancia epidemiológica, etc.
Para entender estos objetivos hay que comprender qué significa tener salud. Y es que esta organización define la salud, ya en el año 1948, como:
“Un estado de bienestar completo físico, psicológico y social y no solo la ausencia de enfermedad”.
Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido desde la consideración de estas dimensiones de la salud, en la actualidad aún se encuentran dificultades para comprender los problemas causados por factores psicológicos y sociales.
No obstante, la primera pregunta que una persona se puede hacer: ¿puedo controlar mi estado de salud física?
Como siempre, eso dependerá del tipo de factores asociados a cada problema. Así, enfermedades físicas crónicas, como puede ser una diabetes, puede verse aliviada o controlado por el establecimiento de hábitos de control llevados a cabo por el paciente. Dentro de este tipo, se encuentran todo tipo de enfermedades físicas cuyos síntomas pueden verse atenuados llevando un estilo de vida saludable.
Este estilo de vida saludable se refiere a las rutinas y hábitos de conducta que se realizan a diario, y que suelen ser difíciles de modificar sin un esfuerzo voluntario mantenido en el tiempo. Y con esto, llegamos a la siguiente cuestión.
La segunda pregunta estaría relacionada con los factores psicológicos. En los últimos tiempos en España, ha aumentado el número de medicamentos recetados para la ansiedad y la depresión.
¿Puedo controlar mi salud psicológica?
En este caso, hay distintos aspectos en los que deberíamos fijarnos.
Entre ellos, hay algunos podemos modificar:
- Hábitos de sueño y alimentación
Cada persona suele necesitar un número determinado de horas de sueño para encontrarse en condiciones óptimas. No obstante, como regla general, son recomendadas, para los adultos, 7 horas.
Sin embargo, hay muchas rutinas diarias que perjudican nuestro sueño, y con ello, nuestro bienestar diario, como el uso de pantallas justo antes de dormir, hacer ejercicio en las últimas horas del día, el consumo de alcohol o estimulantes como la cafeína.
Desde aquí, ofrecemos pequeños cambios para mejorar el sueño:
-Realizar una actividad tranquila en las horas próximas a acostarse.
-Desconectar de aspectos que generen estrés, como el trabajo, con actividades que se alejen de la actividad laboral.
-Evitar el consumo de alimentos con alto contenido en azúcar, ya que aumentan la cantidad de energía y dificultan el sueño. Además, la baja de azúcar en sangre de estos alimentos, provoca despertares una vez hemos conseguido conciliar el sueño. Además, el consumo de estas sustancias causa sopor durante el día.
-Tomar alimentos ricos en triptófano, que aumentan la producción de melatonina y serotonina que favorecen el sueño. Por ejemplo: nueces, calabaza, lentejas, espinacas, brócoli, etc.
-Para favorecer el hábito de comer de forma saludable, se pueden crear listas de nuevas recetas con productos saludables y apetecibles, intentando que estos estén siempre incluidos en la lista de compra. De esta forma, favorecemos la elaboración de estos platos variados en situaciones con poco tiempo o con poca motivación. Por ejemplo: es muy frecuente comer productos muy azucarados o aperitivos muy salados en momentos de bajón anímico.
- Ejercicio físico:
La actividad física no solo es buena para nuestra salud corporal. Salir a andar o correr, practicar algún deporte en grupo, el baile, etc. son actividades que nos permiten:
-Desconectar de otras preocupaciones. Ciertos ejercicios o habilidades requieren el 100% de nuestra atención en el momento presente. Además, muchas personas realizan ejercicio con su música favorita.
-Liberar endorfinas que generan sensaciones positivas así como estrés, a través de la energía física que gastamos moviéndonos.
-Relacionado con el punto anterior, esta liberación de energía favorece un mayor descanso y un mejor sueño por la noche.
- Espacio de ocio o entretenimiento:
Si hemos hablado de los hábitos y rutinas saludables, un aspecto esencial para la salud mental es la relación con otras personas y la calidad del tiempo libre. Saber disfrutar y gestionar el tiempo libre nos hará volver descansados y con una actitud más positiva a nuestras obligaciones.
Este aspecto estaría relacionado con el síndrome de burnout, o síndrome del trabajador quemado. Por tanto, es necesario darse cuenta de esta necesidad y darle espacio.
Por otro lado, el aislamiento social está muy relacionado con trastornos del estado de ánimo como la depresión. Compartir nuestras dificultades y nuestros logros tiene una función adaptativa: buscar ayuda, obtener perspectivas distintas de la misma situación, observar nuevos comportamientos, y por supuesto, la función de consuelo.
En cuanto a la dimensión social de la salud: ¿Puedo mejorar el aspecto social de mi salud?
Por último, la vertiente social de la salud tiene en cuenta factores como la calidad de vida que ofrece la ciudad, la calidad del aire, la seguridad o la disponibilidad de recursos materiales y humanos existentes, etc. Estos factores dependen del esfuerzo colectivo.
No obstante, un factor que puede considerarse tanto psicológico como social es el estrés.
El estrés puede ser generado por nosotros mismos, marcándonos en ocasiones metas o proyectos poco realistas en relación a nuestra capacidad para gestionar el tiempo o nuestras posibilidades. Este tipo de estrés puede ser modificado por la persona a través de técnicas psicológicas.
Por otro lado, aspectos como la jornada laboral, la conciliación familia-trabajo, la desconexión digital de éste durante los días de descanso, etc. son aspectos que causan estrés que no dependen únicamente de nosotros.
Gestionar ambos tipos de situaciones requiere de saber diferenciar ambas y tomar decisiones teniendo en cuenta nuestra salud mental.
Para terminar, desde Montilla Bono, nos gustaría hacer hincapié en la importancia de examinar aquellos aspectos del día a día que causan malestar emocional. Estos tienen como función alertar de problemas a nivel emocional o psicológico, y si sabemos apreciarlo, actuar de forma preventiva o rápida. En el Día Mundial de la Salud, aún quedan muchas reivindicaciones que hacer en el área de la Salud Mental.